Déjame contarte algo. Muchas veces nos perdemos viviendo el día a día, asumiendo que la vida que nos tocó vivir es la que es, generalmente la vemos llena de defectos, sentimos que no somos nadie, que nunca lograremos nada, nos provocamos nosotros mismos, por la forma en que la vemos, un sentimiento de vacío, nos desorienta, nos deprime, nos angustia. De vez en cuando se asoma un optimista, esas personas que lo ven todo pintado de rosa aunque las circunstancias que se avecinan son claramente tormentosa, estas personas tienen la ventaja de siempre esperar algo mejor, tienen a diferencia del común, una visión más llevadera de la vida, lo que permite que disfruten más de la misma, aprecian cosas distintas, ven simplemente lo que otros no pueden ver, pero ellos también tienen sus momentos de debilidad, ese estado de buen humor no es eterno, puesto que como todos, humanos que somos, algún cuestionamiento hace dudar; la fortaleza de estas personas es que no se dejan apesadumbrar por estos momentos de debilidad, saben que son "necesarios" parte de la dualidad del ser ser humano, parte del proceso de tener una balanza equilibrada para la existencia tranquila de nuestra mente.Dentro de este grupo de personas, hay un sin número, diría yo, de distintos tipos de optimistas. Todos con la característica común, que ya he mencionado: visión. Pero tienen rasgos distintivos que se acentúan según la naturaleza de sus carácteres y como consecuencia también de sus aprendizajes propios. Algunos viven con la fe irreversible de que llegarán a ser quienes desean ser, que luchan día a día para logralo, aunque mejor estaría escribir que disfrutan día a día ese viaje que están haciendo hacia su destino, el que ellos se están construyendo. Ese tipo de optimistas que se aferra a sus sueños y sabe que va hacia allá, que al menos, morirá en el intento.
Probablemente sus momentos de flaqueza han de ser uno de los más altamente estresantes puesto que mientras más alto es el vuelo, más duele la caída. Tener la fortaleza para persistir, para siempre creer, incluso cuando un lado de su cerebro produce cuestionamientos, es sin duda una gran virtud. ¿Corresponderá referirse a esta virtud como un "don"? Después de todo, no todas las personas tienen ese tipo de fortaleza. La mayoría se dirige por el camino fácil: sobrevivir a la vida como puedan. Son pocos los que deciden vivir la vida. Creo que aquellos que creen con una fe irreversible en su visión tienen magia en sus manos, definitivamente poseen un don. Y gracias a personas como estas, la magia no sólo es una posibilidad, la magia logra volverse una realidad.
Este es el tipo de magia en la cual creo, en la que nos permite vivir de una manera extraordinaria.
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